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¿Qué limpian las que limpian?

Conversación entre Blanca Ortiz, Wynnie Mynerva, Nicola Espinosa y Mercedes Reátegui




Mercedes Reátegui (MR): Wynnie, para empezar, quería preguntarte sobre la obra que presentaste y quedó como finalista en Pasaporte para un Artista. Esta obra fue presentada por medio de un registro mínimo, aunque variado, de documentos, textos y fotografías. La propuesta básicamente fue una performance llevada a cabo por 30 días donde tú y Blanca, quien en ese momento se vio enfrentada, según entiendo, a un despido laboral arbitrario y turbio, se dedicaron a limpiar cotidianamente una especie de descampado donde se vierte basura en Villa El Salvador (VES), enfrentándose cada día al evidente sinsentido práctico de hacerlo, porque la basura nunca termina de desaparecer (…).


Wynnie Mynerva (WM): Sobre todo la arena.


MR: Tu lectura de esta acción simbólica (en el boletín de la exposición) presenta a la limpieza como un marcador de clase en sus dimensiones tanto vivenciales como laborales –trabajar bajo condiciones de explotación–, y de hacer pública una problemática que pareciera ser exclusivamente privada. Esta performance podría considerarse como un viraje respecto de tu trabajo anterior, focalizado en una exploración principalmente pictórica de sexualidades y subjetividades no-binarias. Lo que nos interesa por ahora es que nos cuentes cómo llegaste a ¿Qué limpian las que limpian?, y hacia dónde está dirigido tu reciente trabajo.


WM: Teníamos pensado trabajar juntas en un proyecto hace dos años. Toda mi vida he vivido en VES, pero por entonces yo me había mudado a Barranco por cuestiones laborales, para estar más cerca y asistir a exposiciones de arte. Ella [Blanca] me visitaba siempre al taller. Mi mamá y yo nos hemos contado completamente todo y somos como el soporte emocional de la otra. Ella ha venido contándome las cosas que le sucedían en su trabajo, todo atravesado por la explotación laboral que sufría. Cuando conversábamos, cuando comíamos, decíamos: ¿qué podríamos hacer? Hay que realizar un proyecto relacionado a eso. Después de hablar de los distintos problemas que ha tenido dentro de sus trabajos (la gran mayoría como trabajadora del hogar), planeamos ejecutar un trabajo en conjunto, pero no sabíamos exactamente qué trabajo. Antes de la pandemia yo retorné a VES, conseguí un taller cerca de mi familia, llegó lo de la pandemia y mi mamá perdió el trabajo.


Blanca Ortiz (BO): Por cuidado de la misma familia que no querían un contagio por estar moviéndome en micros. Más que nada no querían que yo vaya y llegar e infectarme en el carro.


WM: Te querían a tiempo completo. ¿Te acuerdas?


BO: Me pusieron en una posición de decidir: si quieres quedarte, tiene que ser cama adentro y una vez o dos al mes te tienes que ir a tu casa. A mí no me convenía (…) tuve que decir que no puedo, porque también tengo un esposo que tengo que cuidar, y mis hijas. Entonces ahí me dijeron “hasta aquí nomás, porque no se puede exponer”.


WM: Así despidieron a muchas trabajadoras del hogar. Mi mamá venía todos los días al taller. Enfrentaba este sinsabor de quedarse sin trabajo sin una explicación mayor que “hay pandemia, ya no tienes trabajo, tu sueldo, tus gratificaciones, ya veremos”. La dejaron en el limbo. Mis trabajos siempre tienen que ver con cosas que estoy viviendo, o que estoy pasando. Para trabajar en un proyecto el artista necesita una pulsión, una fuerza vital que haga que el proyecto se concrete. En mi caso son mis experiencias, y ahora mi familia es algo que está completamente presente en mi propio taller. Esta situación ya nos desbordaba y ya veníamos hablando de trabajar juntas. Se habilitó el proyecto Pasaporte para un Artista y le propuse a mi mamá hacer un trabajo y pensarlo en conjunto: ¿qué hacemos? Tiene que ser en VES, porque hay pandemia… Y empezamos a ver qué elaborar.


BO: Más que nada, más que hija, creo que [Wynnie] fue mi amiga, porque cada cosa que me pasaba o cada momento que pasaba por maltratos, yo los comentaba, entonces, de alguna forma tenemos que hacer algo con ese mal, con esa idea y quedamos. Metí la idea diciendo que creo que ahora debemos hacer lo que habíamos pensado hacer.


WM: Estaba la necesidad de manifestar una especie de protesta. Si bien no podíamos hacer una protesta legal e ir a la casa de la señora y enfrentarla completamente, podíamos agenciarlo mediante el arte, que era la alternativa que yo podía habilitar de alguna manera. Por mi parte, provengo de una tradición de familiares que se han dedicado, incluyéndome, a ser trabajadoras del hogar. Digamos que esta idea de la limpieza y mi propia posición sobre qué es la limpieza la tenía mucho más clara desde antes. Para mí, la limpieza siempre ha sido un factor que nos ha dividido como clase. Cuando íbamos a limpiar las casas donde trabajaba mi mamá o donde trabajaba mi hermana, nosotras siempre éramos constantemente inspeccionadas, debíamos tener una limpieza mayor. Al ser limpiadoras tenemos que pasar por una exhaustiva limpieza, como tener los zapatos limpios, tener la ropa limpia, tener el pelo muy recogido y aseado.


Es más, mamá, tú decías que cuando fuiste a las agencias te revisaban las uñas (…) Siento que la limpieza ha sido no solamente su trabajo sino una forma también de regular nuestro cuerpo. Es una explotación no solo laboral, sino corporal, como de nuestra propia integridad, de nuestro propio cuerpo. No solamente es un ejercicio de limpiar algo, sino hasta de limpiar nuestra propia mente, como escarbarla. Entonces a partir de estas dos ideas, la limpieza por mi parte y la de mi mamá, decidimos realizar una protesta, juntamos estas dos vías. Pensamos que también es un trabajo que nos une y representa como familia, no solamente dentro de la sociedad. No es solo un trabajo más dentro de otro más en la sociedad, sino que ha marcado nuestra identidad familiar.


MR: Regresando un poco a la segunda parte de mi pregunta, te mencioné que de alguna forma este proyecto podría parecer un poco fuera de la línea de cosas que vienes haciendo, donde hay una atención al cuerpo y la sexualidad, desde la pintura mayormente. Ahora encuentro una relación entre lo que dijiste hace un rato sobre esta regulación del cuerpo que produce sujetos ideales, pero en este caso sujetos de servidumbre.


WM: Claro, el eje transversal es cómo se relaciona el cuerpo y cómo en diferentes ángulos hemos sido sometidos. En cuanto a mi sexualidad, porque durante mucho tiempo de mi vida negué esa experimentación y la dejé relegada, sucedieron factores como la violencia desde la sociedad y la regulación del cuerpo. Creo que todo está entretejido y que los cuerpos son síntomas de este tejido, laten sobre ese telar. Si bien comencé bajo una línea creo que en realidad aún somos atravesados por la clase y el género. Realmente somos atravesados completamente. Por eso siento que, al analizarlo nuevamente, el cuerpo es como el motor. También la libertad, la búsqueda de libertad o la emancipación. Ir en contra de esto que han establecido que es tu cuerpo.


Nicola Espinosa (NE): Me llama mucho la atención este interés por hacer público lo privado, por hacer público el trabajo del cuidado o del hogar que se desarrolla en una esfera privada de todas maneras. Y a las dos, tanto a Mercedes como a mí, nos hizo recordar a la obra de Mierle Laderman Ukeles y su manifiesto sobre Arte de Mantenimiento (“Maintenance Art”), que busca visibilizar el trabajo de mantenimiento, limpieza, cuidado, restauración, dentro también del mundo del arte. Quería saber si eso fue un referente para ti. Ella hace una performance en museos, básicamente lo que hace es limpiarlos.


WM: Ah, limpiar los museos. Yo también había pensado algo así. Lo que pasa es que mucha de la gente relacionada al sector privilegiado del arte tiene empleadas domésticas. La galerista con la que yo trabajo tiene empleada doméstica, las personas que compran mis obras a los precios de la galería tienen empleada doméstica. Me parece que realmente el público del arte era el público que debíamos criticar por ser, digamos, los patrones que ejercían estos sistemas de explotación hacia las empleadas domésticas. Eso también lo venía pensando desde antes, podía ser una alternativa, pero con el Covid-19 no había espacios habilitados, no podíamos salir. Pero siento que incidimos en otro espacio que nos hizo pensar. Cuando nosotras comenzamos a limpiar, yo he tenido un gran otro: como el otro opresor, malo, mi imagen de la contratante de otra clase social. Pero cuando nosotros empezamos a limpiar, la gente, nuestros vecinos, nuestros compañeros sociales nos decían “limpien”, nos gritaban “limpien bien”, “trabajen mejor”.


BO: Pero la gente que ni siquiera nos conocía, de carros o autos o motos, “limpien más” y “creo que están haciendo hora ustedes”, algo así. Cada día nos tiraban más basura. Un día limpiábamos, y al día siguiente encontrábamos más, más, y cada vez más avanzaban.


WM: No había forma, mamá, de acabar. Porque había basura cuando comenzamos, pero era poca. Cuando terminamos de limpiar, realmente la metáfora se cumplió porque había mucha más basura. Era increíble, ¿no, mamá? Yo no había planeado esta semejanza que había con nuestro trabajo y los servidores públicos. Empezaron a pasar los carros de basura de los servidores públicos y recogían la basura en unas condiciones de amontonamiento, vidrios, desmonte. En condiciones infrahumanas. Siento que lo que nosotros criticábamos a las clases más privilegiadas, era algo que hacíamos exactamente con los trabajadores de servicio público. Son ciclos que se repiten, nada más, como a diferentes escalas, pero eran ciclos que ya habíamos aprendido y en los cuales ya estábamos sujetas. La gente, cuando tira la basura en la calle, alguien la tiene que recoger y la recogen en el estado en que se encuentre. Alguien se orina en la calle y alguien tiene que ir a limpiar. Tal vez es una reflexión que no había pensado y que no pasaría, tal vez, si la planteamos dentro de un espacio como una galería de arte, como un museo. Me parece interesante.


MR: Te preguntábamos lo de Ukeles porque en plena cuarentena hubo este debate, muy vigente dentro de ciertos círculos, sobre qué pasa con los trabajadores de primera línea. Son los que hacen el trabajo esencial, como las enfermeras, cuidadores, los que limpian las vías públicas, son trabajos esenciales y sin embargo son los trabajos más precarizados. Entonces, cuando ocurrió lo del Covid-19, nos preguntamos ¿quiénes son los trabajadores imprescindibles?


WM: Claro, la pandemia sacó a flote quiénes eran los indispensables, realmente. A mí lo que me interesa de todo esto es que una performance no es una actuación. Esencialmente, nosotras no estábamos experimentando algo nuevo, era una acción cotidiana. Nosotras, cuando limpiábamos, ni siquiera nos preguntábamos por la idea de limpiar, porque de limpiar, hemos limpiado. Mientras limpiábamos hablábamos de nuestra casa. Normalmente cuando limpias, cuando trabajas de servidora, cuando eres trabajadora del hogar, en lo que menos estás pensando es en limpiar, en cómo limpiar, en agacharte y limpiar. Porque no es un ejercicio, ni siquiera estás pensando en tu propia corporalidad, sino que se hace una rutina de trabajo. ¿De qué hablábamos, mamá? Hablamos de nuestra vida, de las cosas que recordábamos de cuando limpiábamos, algo que he tratado de guardar en un registro de audio. Esa es una exposición que quiero planear (…), tengo registro de todas las conversaciones que teníamos, tan íntimas como nuestra vida, a lo que nos habíamos dedicado, pensamientos que brotaban en ese momento cuando la gente nos decía cosas. Entonces siento que más que una performance, como tal, yo lo llamaría como la vida diaria. No planeábamos repetir algo, no planeábamos reiterar algo que desconocíamos. Digamos que solo le ponía otra perspectiva al trabajo.


BO: Más que nada, lo que me indignaba es el exceso de trabajo. Nos contratan de una agencia para una cosa, por decir, cocinar y limpiar. Y en ella aumentan, cuando entras, terminas cuidando niños, terminas limpiando, cocinando, planchando, lavando, al final terminas haciendo todo. Pero eso no te lo dicen en la agencia, te dicen “para cocinar” o “para cuidar niños”, y al final terminas haciendo todo. El trabajo aumenta, pero no te aumentan el sueldo. Te fijan la hora de entrada, pero no se fijan en la hora de salida. Yo siento que has llegado temprano, yo en la agencia siempre quedaba y decía “yo voy a entrar tal hora y también salgo tal hora”, o sea si llego temprano, obviamente me tengo que ir misma hora. Entonces entradas sí controlaban, pero la salida no. A veces salía a las 9. Muchas veces he salido hasta las 10, tratando de avanzar, pero el sueldo era lo mismo.


WM: No te pagan la mella que hacen en tu autoestima. ¿Cómo repara la sociedad? ¿Cuál es la forma de reparación que hay? Más allá de lo económico, esta forma, este trato cíclico, porque todos nuestros familiares han pasado por esto. ¿Quiénes le reparan la autoestima dañada? ¿Quiénes le reparan toda esta memoria de violencia que viven? Lo económico es uno de los factores pero ¿qué pasa con lo psicológico que sucede detrás de las trabajadoras del hogar? En Perú es un trabajo aún de esclavos. Los hijos también son parte del staff que han contratado, porque contratas a la mamá. Pero si está el hijo, bueno, el hijo también tiene que servirte. Siento que a través de una performance y a través de otras acciones puedes reparar la memoria, puedes conseguir una independencia emocional, liberarte realmente de tu propio empleador en tu mente. Es algo difícil de hacer.


MR: El dinero devuelto es presentado como tal en el espacio de exposición, ya no solo el registro de la performance. Adicionalmente, encontramos en el montaje un documento que muestra estas negociaciones y en el reverso del boletín encontramos unos correos sobre los cambios de fecha por parte de la Alianza Francesa. Finalmente, vemos algo así como tres categorías de análisis. En primer lugar, la presencia del trabajo de mantenimiento. Luego, la tematización de tu trabajo como artista (que se extiende a otras experiencias) y sobre todo el trabajo de Blanca como trabajadora doméstica. En la galería presentaste las idas y venidas, los términos del concurso, los desencuentros, etc. Mi interpretación fue que haces una equivalencia, o hay alguna comunicación, entre la precariedad del trabajo doméstico y después la precariedad del trabajo artístico y la inestabilidad laboral que enfrentan ciertos artistas. ¿Cómo ves tu experiencia como trabajadora del arte, en contraposición a las trayectorias laborales de tu familia, o incluso en tu propia circunstancia de trabajo?


WM: Trabajando dentro de este proyecto –digamos que analizando las condiciones de trabajo laborales que mi mamá iba contando y que iba recordando– estaba mucho más sensible a percibir las condiciones laborales en el arte. Estaba atenta a lo que sucedía, si lo había vivido antes, no había visto la posibilidad de hacer un reclamo interno. Los artistas dentro del propio concurso lo sentían. Hicimos un reclamo en conjunto a inicios del propio concurso, que parecía que se había saldado ahí pero no (…). Como yo estaba sensible pienso que –si bien se hablaba de una emancipación laboral de mi madre–, ¿qué estaba haciendo yo al respecto en mi propio sector? Estaba llegando a una contradicción. En estas convocatorias se nos dice que se nos va a dar un presupuesto de trabajo, pero el presupuesto llega después de haber trabajado. Todo llega a destiempo. El primer correo [dirigido a la Alianza Francesa por parte de los artistas convocados] mencionaba que los artistas estaban trabajando sin este presupuesto (…), aún no nos decían de cuándo nos iban a dar este presupuesto para trabajar, ya que se nos había prometido trabajar con un monto. Siento que siempre nos han pasado por encima. Al final del contrato se nos dice que este contrato puede ser modificado por ellos quienes redactan el contrato. Todo puede cambiar si ellos lo quieren. Siento que nosotros estamos en un limbo.


[Los representantes del concurso] nunca se presentaron físicamente. Nuestro trato también es así, muy lejano. No respetan nuestros propios términos, no hay un trato horizontal con nosotros, con los diferentes actores del arte. Siento que esto era una forma de manifestar que el arte también tiene sus propias condiciones laborales y que nosotros somos los actores que se encuentran más abajo en la escalera que genera el arte. Los que están abajo, los que son los cimientos del arte. ¿Quién genera el arte? Nosotros. Sin nosotros todo esto no puede mover. ¿Quiénes son indispensables? Nosotros. Pero ¿quiénes son los que reciben, digamos, la cuota de atención, la cuota de cuidado que se necesita? Nosotros somos los últimos. En eso estaba pensando y por eso decidí presentar mi posición dentro del arte. Sobre todo, siento que en el arte (al menos con las experiencias que he tenido) nadie dice nada. Podemos mandar un correo, pero después no hay una renuncia. Hasta ahora no he visto a alguien que renuncie por las condiciones laborales o por las condiciones de trabajo dentro del arte. No tenemos alternativas de trabajo. Apenas hay tres, cuatro concursos. Entrar a cuatro concursos es difícil (…). ¿Si rechazas este, donde más vas a exhibir? Estamos aislados, empujados a no rechazar [ciertas] oportunidades laborales. No se nos paga por nuestras obras muchas veces. Por las exposiciones, ¿qué se nos paga? No se nos paga nada. Lo hacemos gratis, como por amor al arte, por cariño. La misma mecánica: cuando te hacen creer que sientes amor por los niños que cuidas, nosotros sentimos amor por el arte, y por amor, lo hacemos. Pero nos han adiestrado para sentir este amor hasta maternal, imprescindible, indiscutible. Ese amor siempre va a estar ahí, por eso lo vas a hacer, como una camiseta. Pero más allá de eso no hay una remuneración. ¿De qué vivimos al final? Lo conversábamos con varios amigos después de la exposición. ¿De qué vamos a vivir al final de esto? No se habla de dinero. En el arte, si hablas de dinero, estás manchando el arte. Hablas de cuánto vas a recibir económicamente al mes, después de la exposición… es de lo último que se habla. Siento que es una forma de mantenerte siempre por debajo.


NE: Tengo dos preguntas más. Una es sobre el paralelo que han hecho entre las condiciones laborales que describía Blanca, de que te contratan para cocinar y terminas cocinando, limpiando, cuidando, y un montón de cosas más. Así como están diciendo ahora que el contrato del concurso decía una cosa y luego en el transcurso han ido cambiando y quitando y exigiendo cosas que no estaban. Ese paralelo me llamó mucho la atención. Y lo otro que me quedé con la duda es, Blanca, ¿tú habías renunciado antes a algún trabajo?


BO: Sí. En las condiciones que me trataban mal. Por ejemplo, en un lugar donde llegué a trabajar, entré a trabajar por una agencia. Luego me dijeron que tienes que hacer esto, tienes que hacer esto, y nunca estuvo de acuerdo la señora. Mi contrato era que yo llegaba a las 8 y me iba a las 5. Pero sin embargo siempre me iba a las 7, a las 8, y llegaba, limpiaba todo, trapeaba, luego cocinaba, lavaba. Había dos niñas pequeñas, por decir tres años, una de cuatro, sacaba todos los juguetes, los soltaba al suelo, vaciaba toda la caja, y querían que vuelva a lavar uno por uno con escobilla y vuelva a secar y guardar. Y después de eso todavía me iba. Pero en ese caso, en mi contrato jamás me dijo que lo iba a hacer todo lo de la bebe. Entonces, trapeaba, aspiraba, limpiaba todas las ventanas, cocinar, y todo. En una de esas me estaba yendo como a las 7:30 y ella me dijo “pero aún no la has enjuagado toda la ropa que ya estaba enjuagada”, y estaba remojado, (…) “tienes que hacerlo, no puedes dejar así”. “¿Pero qué hora es?”, le digo, “usted quedamos tal hora”. Me dijo: “no puedes irte, tienes que terminar”. Y en esa posición se puso la señora. Menos de sueldo mínimo me estaban pagando. Y yo le dije: “señora, aunque yo amanezca trabajando aquí, no voy a acabar en este plan. Y yo creo que usted no este de acuerdo conmigo, y yo tampoco, no estoy de acuerdo. Creo que hasta aquí nomás”. Jamás me pagó. Y yo le dije “¿los días que he trabajado?” Mes y quince días trabajé. Después me dijo “acá en la agencia le voy a alcanzar su dinero”. “Ahorita no te puedo dar porque yo voy a ir a agencia y lo voy a alcanzar”. Nunca me pagó.


En otra ocasión me sentí pésimamente humillada, muy poca cosa. Así me sentí porque fui a una reunión de una niña cuidando a dos niñas. Era la promoción de una de ellas, entonces mi empleadora me dijo vamos, acompáñanos. Entonces fui. La señora con que trabajaba -no me quejo, buena gente- me trataba muy bien. Habían preparado dos mesas largas para padres de familia. Yo llegue ahí y me dijo “las bebes ya tienen hambre, siéntate tú con las bebes y almuerza”. Entonces, yo me senté en esa mesa que estaba preparada para padres de familia con las niñas, con el permiso de la mamá de las niñas, y una señora vino y me dijo “¿tu que haces aquí sentada? Es para padres de familia, no es para nanas, no es para empleadas ¿no te das cuenta? Levántate, levántate. Retírate porque estás dando mal aspecto a la mesa.” Yo lo dejé, la señora no estaba a mi lado. Dejé el plato y me fui. Me sentí humillada. Me sentí… siempre me mantengo limpia, me baño, me cambio me mantengo aseada para qué... me sentí bien poca cosa cuando esa persona me trató así.


En otra ocasión fui a un cumpleaños acompañando a las mismas niñas. Yo siempre acompañaba porque uno tenia 3 añitos y otro 5 años. Ahí también la señora me dejó para que cuide a las bebes porque son dos. Yo usaba uniforme de mandil blanco de niñera. Ahí llegamos y la señora de la fiesta apenas nos abrió la puerta del garaje en la entrada me dijo “tú te quedas ahí, y solo las bebés nomás pasan”. Yo le dije: “la señora me ha dejado para cuidar a las bebes, porque si una se cae es mi responsabilidad”. “No, no te preocupes, yo las voy a cuidar” y me llevó a un rincón que estaba todo hongueado, sucio, a la entrada de la puerta. Me trajo una silla. “Te quedas aquí sentada hasta que salgan las bebes. Yo las voy a cuidar. Adentro no puedes entrar.” Era una casa que parecía un castillo, pero en sí la persona es como… yo pensé cómo puede ser una casa tan grande y la persona tan pobre de amor.


NE: Me interesa cómo en diferentes momentos de la entrevista el grupo de personas en el trabajo precario y esencial se ha ido ampliando. Y también cómo las relaciones con el otro, ya sea el contratante o la persona. Porque cuando hablaban también de esta situación cuando estaban haciendo la performance, esta idea de que terminó más sucio que cuando empezaron, me hizo pensar mucho en esas situaciones también con las trabajadoras del hogar que, a ver, si una persona vive en su casa y nadie más va a limpiar, probablemente termina de tomar su taza de agua y la lleva a la cocina. Pero si sabes que alguien más lo va a recoger, lo vas a dejar ahí.


WM: Ensucias más.


NE: Exacto. Y es más o menos lo mismo: la señora va a limpiar, y entonces “ya hay alguien que limpia por acá, que lo haga la otra persona”. Esa idea me ha quedado ahí en la cabeza.


WM: A ello, además, hay que agregarle cómo tú limpiarías si es que no tuvieras una trabajadora del hogar (…). [El trabajo de limpieza] es un tipo de limpieza destinado solo para hacer trabajar a la trabajadora del hogar de forma insaciable, es una limpieza abusiva, extrema, innecesaria, es una limpieza que está creada para someter. Está creada para el sometimiento de la otra persona. Está creada para la humillación, está creada al extremo de satisfacer, porque creo es un placer, el placer de ver humillado al otro, de ver sometido, de tener el poder sobre el otro. Por ejemplo, el contrato de cama adentro 24 horas es como tener el poder, el placer de tener a otra persona comprada durante todo el día. Que la puedas llamar a las cuatro de la mañana y esa persona tenga que pararse frente a ti, es otro placer que está, se supone, amparado en la idea de la limpieza. Pero yo creo que la limpieza es una excusa y es un arma. Y es un arma que no solamente existe para ellos, sino que nosotros, los otros, que no tenemos empleadas del hogar, avalamos esa autoridad. Seguimos este juego, esta cadena de juego de esta limpieza. Si existe limpieza de que, bueno la empleada del hogar tiene que desinfectar y no haya bacterias en el piso, entonces nosotros, a diferentes escalas, también replicamos esa limpieza y lo hacemos, ¿no? No tenemos pisos de mayólica, pero intentamos desinfectar lo que tenemos, el piso, intentamos echarle lejía a la tierra para desinfectarla, a ver si la podemos desinfectar.


NE: Más que una limpieza es buscar la pulcritud, ¿no? Ni siquiera es que esté limpio, es que sea realmente pulcro, ridículamente limpio, podríamos decir.


WM: No se puede. Es algo imposible.


NE: Con todo lo que hemos conversado hay constantemente un juego interesante en hacer público lo privado. Incluso en tus otros trabajos, como “El jardín de las delicias” , haces lo mismo. Pero en este caso están haciendo público el trabajo que se realiza en la esfera privada por medio del arte. Y si pensamos que el arte y la obra de arte es algo, un objeto, o un acto, que se legitima, y cobra valor en la esfera pública, necesitas de un público para que cobre valor, este se contrapone al trabajo del hogar que ocurre en la esfera privada y no suele ser ni legitimado ni valorado en ninguna de las dos esferas.


BO: Exactamente.


WM: Sí hay discriminación, sí suceden maltratos a la trabajadora, “es mi espacio privado, es mi casa”. Por lo tanto, mi casa es un problema privado. “Es mi familia, y esta es una empleada del hogar dentro de mi casa, es parte de mi familia”, es un problema realmente familiar, íntimo, donde nadie tiene derecho a hablar. Y por eso creo que el Estado se ha metido muy poco, porque todavía se cree esta idea de lo íntimo dentro del trabajo. Mi idea era sacar esto que nadie quiere ver (…) nadie quiere colmarse de un problema que es ajeno y que parece ser personal. Por eso me gustó la idea de enfrentarlo en la calle. Que la gente sienta -porque muchas de estas personas que viven alrededor, sus mamás son empleadas del hogar-, todo este sector de VES, en muchos conos, somos la mano de obra. Nadie dentro de la propia comunidad habla del problema porque no se ponen el uniforme de trabajadora del hogar dentro de VES. Es un problema de Miraflores, de San Isidro. Es un problema situado ahí porque ahí se labora. Pero nosotros somos la gran masa que hace la mano de obra. En ese sentido quería que sea público, pero dentro de este espacio.


Siento que el arte tiene este potencial de discusión. Siento que es legitimado a través de una galería de arte, como arte-estatus, como arte oficial dentro de una galería de arte. Dentro del arte solo es una forma de exhibición, como una forma de tocar fuerte y que te escuchen, pero no siento que forme parte de un arte oficial sin estar dentro de una galería de arte. Está presente como un reclamo. Me gustaría, por ejemplo, si la obra se exhibe, que no solamente sea un registro de la performance que hicimos dentro de una galería o dentro de un museo, sino que critique al museo. Que critique a los grandes empleadores, que los critique como un punto de acción. Aquí también hay gente que contrata empleadoras del hogar, aquí hay gente que se ha hecho de la vista gorda durante mucho tiempo. Justo la persona con la que trabajo dentro de la galería me preguntó “¿dónde la quieres exhibir?” El lugar va a ser determinante para presentar la obra. No quiero que se absorba –no solamente que sea un arte de VES que se exhiba en un lugar ortodoxo de presentación de arte formal–, sino que haya una estrategia para combatir ese propio espacio.

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